martes, 8 de septiembre de 2009

CUENTOS DEL POLONIO

Existe en toda la historia del mundo un solo hombre que no tenía nada.

No tenía nombre, porque nadie le llamaba. Nació allá donde nadie ha ido. Su infancia? Nadie la recuerda. Su primer amor, nunca existió. No estudió nada, ya que nada se le daba bien. Una vez, intentó trabajar, pero nadie le contrató, ya que nada sabía hacer. Desde la ventana de su habitación...nada, no ocurría nada.

Este hombre, no tenía amor, no tenía don, no tenía amigos, tampoco tenía soledad. Recuerdo que una vez me crucé con él, y nada! NO ME DIJO NADA!! Al tiempo, descubrí, que como de la nada también se cansa uno, se marchó, sin decir nada. Marchó allá, donde nadie ha ido.


Un día, cansada de no hacer nada, marché. Llené mi mochila de piedras pesadas de miedos, de valores, de errores y marché. Me tomé el omnibus, sin saber su destino. Pregunté a alguien – perdona, sabes a donde va este omnibus? - y alguien me contestó que va allá donde todos quieren vivir, pero nadie vive. La verdad, es que esa respuesta no me solucionó nada, a nadie le habría solucionado nada. Así que me dediqué a vichar por la ventana, a ver si reconocía algo, pero nada!

En la única parada que hizo, todos bajaron del omnibus, no quedó nadie, nadie más que yo. Así que, acostumbrada como estaba, seguí a la multitud, pero la verdad, es que no pude, todos andaban ligeros de equipaje menos yo. Revisé mi mochila, pero no fui capaz de deshacerme de nada, demasiados miedos y errores como para tirarlos.

Encontré un valor, el valor de la aventura, lo saqué de la mochila, me lo até al pecho y fue suficiente peso el que liberé como para cargar con todo y ser capaz de caminar. Pero otro error, había dudado demasiado, había pensado demasiado, y ahora estaba sola en medio de la nada. Ese error pesó en mi mochila, me caí. Salí de ella antes de que me atrapara y con una cuerda de cabezonería que encontré, hice un gran nudo entre la mochila y yo.

Tiré de ella durante unas largas y grandes dunas, sin saber a donde ir, hasta que cierto momento vi el sonido de lo único. Lo seguí, como el que sigue con la mirada una estrella fugaz, mi mochila era más ligera, algo se me había caído por el camino, pero ya no me importaba, no pensaba volver a por mi miedo a la soledad.

En seguida, a los pocos granos de arena pude ver un par de llamitas de lo que parecía fuego, en una de ella vi un fuego color Galeano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario