martes, 15 de junio de 2010

Palabras a destino lejano.

Ay, mi bella poeta, cuanto tiempo sin verla,
me pregunto donde se había metido,
me pregunto donde estaba escondida esta vez.

Dejeme intentar...
¿bajo una piedra? ¿ no?
¿dentro de un arbol?
¿cómo? ¿le han amputado las manos?
¿ y ahora quién escribe por vos?

¿el silencio? Entiendo.

Ya no tiene nada que decir,
la dejaron sin manos para hablar.

Cuanto lo siento bella poeta,
pero no se ha de peocupar,
usted sabe que no es la que más sufre en el mundo.
No se me haga la víctima.
No, no me haga enojar.
Mire que usted no tiene con que hablar,
pero hay otros muchos que no tienen con que pensar.

Así que no me perturbe más,
deje los muñones en su sitio,
o me veré obligada a arrancarle esa cabezita tan linda que usted tiene.

No me mire así señorita,
la trato como se merece,
como me trataron a mi.

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